viernes, 16 de septiembre de 2011

Tales of... The Evil on the Road: Sombra entre planos

“¿Mi eternidad de vigía y protección es recompensado con el destierro más humillante?”


Esto es lo que hubiera pensado una criatura precedente de otro plano existencial, antes de que su planeta fuera devorado por Ahi’Altahiry Ganjo. El devorador de sistemas creaba agujeros negros que se tragaban los mundos y las estrellas, parecía un horrible amanecer negro . Pero a una criatura como él no pensaba, solo existía, o así eran las reglas de Cosmos.
Estaba preparado para dejar de existir. Esa era la voluntad de su señor. Vio como la supergravedad del aliento del Ganjo destruía su materia oscura molécula a molécula. Sintió el frío abrazo de la muerte cuando, una traslación de un campo intrínseco se abrió delante de él. En ese momento, y fuera de toda regla, pensó.

“No seré humillado”


El campo intrínseco se cerró tras de sí haciendo que se perdiera en la Nada durante eones atemporales. Un lugar donde cualquiera, excepto él, se extraviaría en los confines de la locura y sentiría las afiladas garras del mal absoluto. El enemigo de su señor, el aniquilador primordial, Caos.
Ya había fallado a su señor al no aceptar su destino, incumpliendo la norma mas sagrada, así que, ese lugar no podía ser peor que las represalias de Cosmos. Un lugar donde pensar eternamente.
Un destello atenazó al ser hecho del material intangible. Otro campo intrínseco se estaba abriendo ante él. Por primera vez en mucho tiempo volvió a sentir en calor de los rayos de una estrella. Su mundo, antes de ser devorado por el Ganjo, también poseía una estrella similar. Atraído por el recuerdo cruzó el campo intrínseco.
La criatura de sombras, experimentó por primera vez un sentimiento desconocido, el dolor. Un dolor tremendamente apabullante que destrozó sus percepciones innatas. Este sistema no lo aceptaba. Este plano de existencia no necesitaba de su protección. Las leyes del equilibrio empezaron a hacer mella en su materia.
Descubrió que no podía escapar de las reglas de su señor, si no era devorado por el amanecer negro del Ganjo, iba a ser eliminado por los guardianes de aquel sistema. Guardianes como él.
Cuando toda esperanza estaba perdida, el dolor desapareció. La fuerza para eliminarlo había desaparecido, y eso solo podía haber sido dado por una razón. Uno de los guardianes, había muerto.
Debilitado y malherido, no iba a durar mucho en ese estado, su materia se consumiría hasta desaparecer si no le ponía remedio.
A lo lejos, el único planeta habitado del sistema, era su solución. Descansaría en el cuerpo de un mortal hasta sanar sus heridas, cosa que podía llevarle tiempo.
En un descampado, alejado de la ciudad, había un adolescente al que los abusones de clase le estaban dando una paliza. Pasó como un rayo, los mortales ni se dieron cuenta y ya se encontraba en el interior de uno de ellos. La oscuridad invadió al joven malherido por la paliza y miles de tentáculos salieron de su sombra destripando ferozmente a los matones.
La criatura precedente de otro plano existencial se encontraba al fin a salvo. Aquí, ni el temible Ahi’Altahiry Ganjo, ni la soledad interminable de la Nada, ni su señor Cosmos iban a encontrarle. No mientras se mantuviera oculto.

Firma: Al Frost

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