El viejo motor del destartalado Buic,
emitió un leve ronroneo irregular antes de detenerse frente a una
fábrica abandonada. No había parado de llover en toda la semana y
en el barro se apreciaba claramente las huellas de neumático de una
huida prematura.
El detective privado desenfundó su
Magnum 357 y se aproximó a la oxidada puerta de la fábrica. El
chirrido de la pesada puerta, resonó en el interior con un
escalofriante eco que estremeció al detective. Se adentró en el
espacio vacío de una manera prudente, no quería sorpresa. La nave
era enorme y parecía haber sido saqueada por los famosos ladrones de
cobre, que azotaban Las Vegas desde hacía años.
Caminó sigilosamente mientras
escudriñaba el interior para encontrar alguna pista reciente
relacionada con la Orden de los Nueve Ángulos. Una secta satánica
secreta procedente del Reino Unido que actualmente había recobrado
importancia en la ciudad del juego. Desde su reciente aparición
habían estado desapareciendo niño y niñas de cualquier estatus
social, raza o religión cosa una coincidencia demasiado evidente
para el obsesionado detective privado Jeremías Ortega.
El recinto estaba impregnado con el
olor sangriento de la muerte, algo o alguien había muerto
recientemente en aquel lugar. Ortega reconocía ese sucio sabor de la
muerte, oscuro y visceral. Todo aquello tenia un macabro aspecto
similar al de todos los casos que investigaba el detective. Casos
paranormales. Desde la muerte de su amada Cristal, la vida de
Jeremías Ortega era un cóctel explosivo de alcohol, juego, peleas
clandestinas y obsesiones con cultos satánicos. El carismático
detective tenía un odio especial a las sectas.
Sus peores temores se hicieron realidad
cuando descubrió un pequeño rastro de sangre reciente. Avanzó
lentamente por el estrecho pasillo formado por enormes tuberías y
canalizaciones de todo tipo hasta una amplia sala. La luz provocada
por centenares de velas aclararon la vista del detective velada de un
manto de oscuridad hasta el momento. Lo que pudo ver a continuación
lo estremeció verdaderamente. El joven Rick Barrow colgaba boca
abajo de un polígono estrellado de nueve puntas hecho con vigas de
metal que pendían del techo con gruesas cadenas. El pequeño altar
bajo el cuerpo del chico estaba bañado en su sangre que todavía
goteaba del profundo corte de la garganta. Extraños jeroglíficos
estaban pintados por las paredes con la sangre, seguramente del
muchacho, formando extrañas figuras. El veterano detective sacó
unas paginas pertenecientes a diversos libros arcanos y los comparó
las inscripciones de las paredes hasta que encontró unas semejantes.
Las descifró con la ayuda de su bloc de notos, en el que apuntaba
todas sus averiguaciones desde hacia mas de quince años.
Se acerca...
Aquella afirmación rubricada con la
sangre de los inocentes sobre las sucias paredes de aquella factoría
abandonada estremecieron al curtido detective, así como despertó en
el mas dudas de las que traía al llegar allí.
Se acerca. Que o quien, es lo que los
miembros de la Orden de los Nueve Ángulos esperaban con tanto
anhelo.
En aquel momento en el exterior de la
fábrica siete motos, con el nombre de Outlaw Raiders escrito en
ellas, rugieron al llegar a aquel lugar.
- Aquí hay alguien más, Adrian –
dijo uno de ellos.
Queríamos destacar la participación del jefe de creativos Albert Borràs conocido por el pseudonimo Al Frost, guionista jefe de esta casa.
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